miércoles, 4 de abril de 2018

Paco De Asís Granados Mellado

COMPAÑERO DE HABITACIÒN
Amanecía lluvioso, con un frío atípico de la estación de otoño. Alberto llegó a su habitación. Él se hospedaba en la Universidad de la capital. Era su primer año y esperaba impaciente quien le podía haber tocado como compañero de cuarto. La Universidad tenía residencia propia, para que los alumnos no tuvieran la necesidad de alquilar ningún piso en la ciudad. Así podrían ahorrar algo de dinero, pues de por sí la Universidad ya era costosa.
Alberto se encontraba colocando sus pertenencias. Ya había elegido donde dormir. Tuvo suerte ya que el compañero que le correspondía no había llegado. Se encontraba haciendo la cama cuando por la puerta ve llegar a su compañero. El muchacho se dirigió a él para decirle que la cama que había elegido no era la que le tocaba, pues ya estaba ocupada por él que la llevaba usando durante muchos años. Alberto asombrado se decía para si mismo.
- “¡Muchos años! Si lo más seguro es que tenga mi edad”
Germán como así se llamaba su compañero, era de estos chicos que todo lo saben. Aunque prefería las fiestas a los estudios, pues era un tanto pasota. Germán se dirigió a Alberto para que no se preocupara que él se encargaría de enseñarle todas las instalaciones de la Universidad; le diría como eran los profesores y el resto de alumnos. Alberto le dio las gracias por querer ayudarlo a integrarse al lugar.
Cayendo la noche Alberto decidió coger un libro para empezar a leerlo. Germán bromeaba dándole golpes. Dirigiéndose a él…
- “No hombre, no leas ahora ya tendrás tiempo para eso. Vamos a pasárnoslo bien”
Se dirigió a su taquilla y sacó una botella de ron y un paquete de cigarrillos.
- “Venga vamos a celebrar tú llegada amigo”
- “No, yo no bebo y tampoco fumo. Te lo agradezco”
Germán lo engatusó y al final aceptó la invitación. Estuvieron bebiendo y fumando toda la noche. A la mañana siguiente Alberto era incapaz de levantarse de la cama y acudir a las primeras clases. Estando ya casi preparado miró hacia Germán que aún seguía en la cama y se dirigió a él…
- “Germán ¿no te vas a levantar? Tenemos que ir a clase”
- “No, paso de ir. Prefiero quedarme acostado, pues no he dormido lo suficiente”
- “Como quieras…”
Habían terminado las clases y Germán se encontraba en el patio de la universidad esperando a Alberto. Se sentaron en un banco. Germán empezó a señalar con el dedo a la gente que allí se encontraba, mientras le comentaba a Alberto como era cada cual. De repente vio a una muchacha que le impactó. Mientras la observaba, no articulaba ninguna palabra. la miraba. Alberto le preguntó por la chica.
- “¿Quién es ella?
- “Es Clara, la mujer más guapa de la Universidad. Siempre me gustó”
- “¿Nunca le has pedido salir?” 
- “No puedo”
Alberto extrañado ante aquel gesto de su amigo, pues era de los típicos chicos que podía tener a la chica que quisiera. Germán le pidió a Alberto que invitara a Clara a su habitación para que pudiesen tomar una copa juntos.
- “¡Estás loco, no la conozco de nada! ¿por qué no se lo dices tú?
- “Anda, hazme solo este favor”
Después de pensárselo un rato Alberto invitó a Clara la cual aceptó rápido.
- “Germán, se ve que le gustas, pues ha aceptado”
- “Creo que no, pues tengo la intuición de que el que le gusta eres tú”
Ya anocheciendo Clara llegó a la habitación. Alberto le ofreció una copa y al ir a dársela se giró levemente vio que Germán estaba besando a Clara, mientras le intentaba quitar la ropa. Ella a la vez que se resistía, lloraba… Alberto le espetó obligándole a que la dejara pero Germán hacía caso omiso. Cada vez se resistía más. Entonces Germán sacando una navaja de su bolsillo se la clavó una y otra vez hasta dejarla sin vida allí en su cama. Los gritos alertaron a los demás alumnos y a la seguridad de la Universidad. Entraron rápidamente a la habitación y se encontraron a Clara sin vida y ensangrentada.
- “¡Germán se ha vuelto loco!”
- “Tranquilo muchacho, tranquilo. Suelta esa navaja”
- “¿Qué navaja?
Alberto sin entender nada miró a Germán… Reía a carcajadas.
- “Lo veis, ha sido Germán. Mirad sus manos, ahí lleva la navaja”
Los guardas solamente se dirigían a Alberto para que tirara la navaja. Al mirarse, vio que sus manos estaban ensangrentadas, su ropa también. En la mano izquierda empuñaba una navaja.
- “¡Noooo, no puede ser! Ha sido Germán, miradle se encuentra riéndose! ¿Pero no lo veis?”
- “No Alberto, aquí estamos nosotros solos. No se encuentra nadie”
- “Se encuentra ahí, por Dios. Ha sido él”
Mientras Alberto chillaba los guardias se lanzaron sobre él para reducirlo y detenerlo.
Han pasado cinco años de la muerte de Clara y Alberto sigue internado en un Centro Psiquiátrico. Germán sigue a su lado…
- “Fuiste tú Germán, fuiste tú”
- “No Alberto, yo no pude ser. Recuerda yo estoy muerto y el único que me ves eres tú”
Germán reía a carcajadas…



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